Una explicación psicológica al No-Veganismo
«Los animales existen en el mundo por sus propias razones. No fueron hechos para el ser humano, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos, ni la mujer para el hombre.» (Alice Walker)
Desde tiempos remotos hasta nuestros días podemos encontrar multitud de afirmaciones y escritos como este, hechos por personajes influyentes de la historia de la humanidad.
Y es que el veganismo es una filosofía de vida presente desde siempre, en la cual lo importante es el respeto hacia todo ser viviente, y a la que se llega conscientemente y tras una reflexión moral, ética y empática sobre nuestra conducta respecto a nuestros semejantes.
Es evidente que en nuestros días hay infinidad de motivos por los cuales se puede acusar a la especie humana de maltrato a los animales, como ejemplos podemos poner las crueles prácticas que se llevan a cabo en la industria láctea, avícola y textil, el horror de los mataderos, sin olvidar la experimentación en animales o su uso para nuestro entretenimiento como sucede en la tauromaquia, las carreras de galgos, los paseos en calesa, los circos,… o el simple hecho de tenerlos encerrados y “bien cuidados” como en zoológicos, safaris o acuarios, donde se les priva de su libertad y su propia naturaleza para poder ser observados como trofeos a través de un cristal.
Y es que nadie puede negar que hoy en día se cometen verdaderas atrocidades por parte de los humanos hacia los animales. Todo esto y mucho más, es criticado por los pertenecientes a la filosofía vegana, pero… ¿Cómo es posible que no todo el mundo sea vegano?
Desde el punto de vista psicológico, se puede responder a esta cuestión desde varios ángulos, para mí el más interesante es el que explico con el significado de la palabra “tabú”:
A pesar de que todos sabemos que estos crímenes se están llevando a cabo, nadie quiere ni oír hablar de ellos.
Cuando se empieza una conversación sobre mataderos, vacas desangradas, muerte animal…, las personas evitan hablar de ello, esquivan el tema, se niega, aunque todos sabemos que es algo real y que está ahí, pero no lo queremos afrontar.
Es algo que se oculta a los niños, algo con lo que nadie quiere convivir. Se decide ignorarlo, hacerlo invisible, y así, lo enseñarán a sus hijos, provocándoles de esta forma un cambio psicológico y natural (como mecanismo de defensa ante lo desagradable, lo que nos desborda), hacia lo antinatural: dejando de sentir lo que antes sentían, haciéndoles perder el sentido de la compasión.
Los niños son curiosos y desean saberlo todo, pero mientras se les imponga una forma de actuar, de comportarse, un materialismo y una forma de ver las cosas estructurada y determinadamente, perderán ese deseo, esa creatividad, esa vocación que te hace vivir el momento.
La sociedad actual, para mantener su status, oculta muchas de las nuevas tendencias y manipula el pensamiento de cada individuo, llegando a dar prioridad a la razón frente a los sentimientos. De esta forma, se genera un estigma en la psique de cada persona, una mancha de la que no se puede hablar y que es mejor ignorar haciendo uso de las normas, creencias y costumbres. Actualmente estamos llenos de pensamientos que dejamos de lado, porque la sociedad nos obliga a reprimirlos, nos impone evitar que aparezcan, consiguiendo que aparentemente ya no se sientan, ya no existan…, provocando que cada persona esté aquí para producir económicamente, por y para el bien de los que le enseñaron a pensar de esta manera.
Comprobareis que a los veganos y veganas se les clasifica como grupos minoritarios, como seguidores de una tendencia, una moda efímera y a la vez se les critica ofensivamente por suponer algo raro y fuera de lo establecido. Todo porque las personas comunes tienden a querer mantener siempre unas ideas y un orden preestablecido, y una estructura permanente e inamovible.
Además, y debido a que se les ha forzado desde niños a ignorar su curiosidad, tienen vacíos de información sobre todo lo que les rodea… la alimentación, los hábitos saludables, el gusto en sí, no tienen la ética presente, no la reconocen, son las normas y costumbres las que destacan en cada uno. Incluso en religiones como la cristiana, que habla de bondad y de misericordia, no considera estas cualidades cuando se trata de respeto animal. Si no que sugiere a los animales como seres vivientes para el consumo humano, y por lo tanto son como objetos sin valor ni sentimientos. Considerar que el resto de animales son comida, es una forma de cosificación extrema. Todos sus intereses básicos no importan nada, frente a nuestros deseos…
Sin embargo, es interesante ver como un cristiano habla de bondad dejando de lado seres sensibles, que reconocen a sus familiares, juegan al igual que cualquier humano y que luchan por la supervivencia, al igual que nosotros.
Junto con el concepto de tabú, podemos ver que la sociedad se preocupa de sobrevivir de una manera egoísta, apareciendo la terquedad y el rechazo a todo lo que es distinto, siempre por miedo, este miedo existe entre las personas, es el miedo a ser rechazado por la sociedad el que genera una defensa y oposición ante todo lo diferente a lo habitual, diferente a lo tradicional.
A pesar de todo lo anterior, hay personas que reaccionan y se vuelven a encontrar a ellos mismos, como los veganos/as, que ante la oposición y trabas de toda la sociedad siguen lo que desde pequeños sentían, el amor por la vida y por lo tanto, el respeto a todos los demás seres. Rechazan la ignorancia, rechazan el dejarse influenciar sin decidir, sin informarse por cuenta propia, rechazan ser sumiso a las tradiciones impuestas por personajes ajenos a sus vidas.
Por lo tanto, podemos decir que el veganismo, más que una filosofía sobre el respeto a todos los seres vivos, es una parte de la esencia de cada humano, es el reconocer lo que habíamos dejado de lado por fuerzas mayores.
Aun así, ¿hay personas que conociendo todo lo que ocurre, todo lo que se oculta a sí mismo por ser tabú o por ignorancia, puede que decidiesen no ser veganos y prefieran seguir con la tradición del sufrimiento y el maltrato?